sábado, 31 de mayo de 2014

30.05

Íbamos a comernos la cena en el sofá.
Iba a comerme todas tus pesadillas.
Estaba dispuesta a lamerte los ojos
por si se te acababan las lágrimas para sangrar.
No tenía alas para volar,
pero empecé a tejerte un jersey donde dormir en invierno.
No quise ser tu musa, pero acabé en tu mesa,
y de rodillas en el sofá donde guardas los sueños.
Me creí tu careta de poeta
y me comí tu bragueta.
Pero te fuiste antes de que acabara la cena.

Y ahora no dejo de comerme tus sobras,
todo lo que no llegaste a probar,
mis espaguetis para dos
y mis desayunos en la cama.

Amanecí y no fue en tus brazos.
Anocheció y no fue en tus párpados.
Y la culpa es mía por creer que podías ser de verdad
más persona que poeta.
Te escuché y entendí lo que no era.
Y jamás cuestioné lo que me contabas
si parecía sangre y sólo era keptchup.

Ojalá la vida te vaya de putas y de madre.
Y ojalá tengas el valor, algún día, de presentarte sin careta.
Llevas el papel tan incrustado que ya no sabes ni quién es el poeta y la persona.

Me como todo sola,
sí,
pero no le digas a una que sabe cómo comerte la polla y las penas que se cocine un desayuno para dos
para ella sola.
Porque a eso todavía no sabe jugar,
cabrón,
y tú lo sabías.

Jugaste al amor
y perdí con tus trucos.
Porque siempre creí que la magia
se hacía entre dos
polvo a polvo
para echar a volar
cuando la vida nos ahogase.
Pero tú hacías ilusionismo
y del barato.
Y yo,
más niña que ilusa,
me creí que guardabas un conejo en la chistera.
Pero acabaste la función
antes de tiempo.

Y ahora me toca funcionar sola,
comerme el coño,
y lamerme las heridas.

Y me atreveré a contarme
cuentos para soñar despierta
y tú no oirás ni una sola de mis historias
y la magia se la haré a otro,
pero sin trucos baratos,
a pesar de que aún quiero que seas tú quien traiga las tiritas.

Sara

viernes, 30 de mayo de 2014

Home, sweet home.


Bienvenidos, sentíos como en casa. 

Pasad, quitaos las zapatillas. En esta casa, si dejamos huella, que sea con los pies descalzos.
Aquí esta la cocina, donde ponemos a hervir los sueños, hacemos poesía a fuego lento y alimentamos corazones hambrientos.
El salón es para ponerse cómodos, dejar salir los miedos y taparse con la manta si hace frío.
Tenemos tres habitaciones.
La de Sara está llena de versos, de té y de cuentos para soñar despierta.
La de Carlota está inundada de fotos, algún mapa, una maleta siempre preparada y muchas muchas sonrisas.
Y la tercera, es la mejor, porque es para ti. Tienes las paredes en blanco para hacer de este rincón tu propio hogar y a tu manera.
Nuestras ventanas son sin rejas, para volar bien alto. Y mira, sube sube, cuidado no te caigas, aquí esta lo mejor de la casa: nuestro ático. Aquí acampamos en verano para ver las estrellas, se toman las mejores cervezas, tenemos un reproductor de música enorme y muchas luces de fiesta.
También tenemos un baúl muy viejo lleno de disfraces de superhéroes sin súper poderes y de princesas sin carroza.
Si la vida te mancha, prepárate un baño y deja que se te confundan las lágrimas con el agua.
En otoño puedes estar tranquilo, las hojas de nuestros libros son perennes. Sólo tienes que subir a una de las estanterías y disfrutarlo.
La primavera es una época complicada para Sara, porque se nos muere de alergia, pero nunca renunciamos a llenar de flores las paredes.
Y aunque el invierno suele venir gris, frío y blanco, guardamos miles de colores en el cajón para pintar la vida a nuestra manera.
La magia la hacemos sin trucos y las cartas sólo son para ganarte una sonrisa al póker.
Detrás de las puertas hay pizarra. Así que si la cierras, coge la tiza y pinta.
Vamos a ponernos cómodos y...
-Sara, ¡trae tres cervezas!

PD: La contraseña del wifi es "serendipia",
porque somos un accidente genial,
una buena casualidad,
porque nos teníamos que encontrar.

Carlota y Sara