lunes, 2 de junio de 2014

De póker y de juegos.

Tal vez aprender a jugarte
sea el mayor riesgo de esta partida.
Y yo no sé si tengo ganas
ni cartas
ni baraja
con la que echar a jugarme
un póker en la vida.

Tal vez yo me dejo jugar
porque no hago trucos.
Pero tú eres mago
y juegas a tu antojo con mi vista:
consigues que me fije
sólo
en lo que dejas sobre la pista.

Tal vez sea mejor dejar el sexo que nos emborracha
cuando bebemos cervezas.
Tal vez porque me hago daño
o quizá porque estás con otra.
Tal vez porque hoy estabas cansado.
Y el otro día porque estabas jodido.
Y otro porque nos teníamos ganas.
Pero es que, amor,
siempre nos tenemos ganas.
Nos bebemos las ganas del otro cada vez que nos vemos.
Y tengo sed cada vez que te veo
cerca de mí
acariciándome los miedos y las heridas.

Tal vez deberíamos apostarnos
esos mil besos que me envías
a una sola carta;
tal vez apostarnos la vida
a todas nuestras cartas;
o tal vez apostarnos todas las cartas
a toda nuestra vida.

Aunque tal vez debería dejar de jugar
y fumarme mis miedos en algún bar.
Tal vez debería cuidarme un poco más
de ti
que me vas ganando la partida
y esta vida.

Pero no juegues con quien antes de perder la partida
tuvo tiempo para mirarte la espalda
las alas
y la herida.
Levanta la vista de esa cuatricromía
que es siempre tan atractiva,
aparta las cartas que separan nuestros cuerpos
y bañémonos sin un ápice de escudos.

Pero tal vez tengas miedo
y a mí también
por noséquérazón.

Así que shhh
Porque si hablamos en voz alta algunas cosas,
los deseos,
se cumplen.
Pero es que un deseo no mueve nada.
Y una decisión lo cambia todo
ojalá que no cambie nada:
"me lo apuesto todo al rojo de mis días"

He sido juego y juguete.
He sido póker y baraja.
Pero ya no soy más tuya
ni si quiera un poco mía
Y si quieres jugar a las malas, 
jugamos todos, guapo.

Pero esta vez,
la baraja,
está trucada.


Sara

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