miércoles, 18 de junio de 2014

Efectos colaterales.

Soy un efecto colateral
de la música
que me eriza
y me recorre
la espina dorsal.

Soy un efecto colateral
de la vida,
de todo lo que soñé
(y sueño),
y de lo que quise ser
(y quiero),
de las personas
que se atrevieron
a buscarse un hueco
en mi interior.

Soy efecto colateral
y soy granada,
preparada para explotar,
pero que se mantiene,
así,
inestable pero sin matar,
aguardando,
paciente,
el detonante
que me haga
reventar.

Soy
(somos)
efectos colaterales
de las letras que nos llenaron,
de la lluvia que nos empapó,
de las palabras de apoyo
que nunca nos dijeron
y tuvimos que decirnos
nosotros,
de las caricias de amor,
de los trenes perdidos
por besos compartidos,
de las revoluciones
bajo la cama
y en la plaza de Sol.

Soy un efecto colateral
de la imagen
que me devuelve
el espejo,
de la poesía
que escribo,
de las lágrimas
que derramé,
de las miradas
que crucé
contigo,
de la risa incontrolada
con dosis de felicidad,
de un Principito
que creía en amar
más allá de las estrellas.

Soy efecto colateral
y soy ba(tal)la
perdida
de una guerra
aún sin ganar.

Soy tus besos
por mi pecho,
soy un baile
en bragas,
soy carretera
y manta,
soy el escalofrío
de tu espalda,
soy la mirada
que mata,
soy pájaro en mano
y ciento volando,
soy el valiente
de Vetusta Morla,
y la (im)perfecta
de Ramiro,
soy tú piel de gallina
y tus pelos de punta,
soy tú siempre
y tu jamás,
tú todo o nada,
tú infinito más finito,
tú mejor opción
para soñar.

Soy una bomba.

Todos al suelo,
que va a explotar
este efecto colateral.

Carlota

No hay comentarios:

Publicar un comentario